Por cierto, me llamo Laura, tengo 42 años y un hijo adolescente de 17 años Marcos y una niña de 5 Laura … soy abogada y trabajo en un buen bufete de una ciudad del sur de España y que voy a obviar para no dar muchas pistas. Yo necesitaba ser dominada, al menos en ese momento, nada de suavidad. Necesitaba sentirme poseída, saber que pertenecía a un hombre que disponía de mí en ese momento, aunque sólo fuera en ese momento. Me veía en mi fantasía desarreglada después de ser follada en cualquier lugar mugriento de una calle cualquiera. Con mi impecable traje de ejecutiva manchado de polvo o de cualquier otro efluvio emanado en el momento del acto. Llegamos al chalet de mis suegros una mañana de primeros de agosto con un calor insoportable… me puse para viajar ese día un vestido veraniego beige, muy fresquito y abotonado por delante dos dedos por encima de mis rodillas… llevaba un botón del vestido abierto por donde se podía ver mi sujetador blanco que hacía que mi escote luciera muy bien. Mis suegros salieron a recibirnos y después de los consabidos besos y abrazos, entramos en la casa… el bochorno fuera de ella era insoportable y eran sólo las 11 de la mañana. Mi hija Laura subió corriendo las escaleras hacia su habitación, gritando, explorando la parte de arriba del chalet seguida de su hermano, ambos dormían en la misma habitación y así podía cuidarla mientras nosotros hacíamos nuestras escapadas nocturnas durante la noche, volviendo a altas horas de la noche y teniendo algunos ratos de intimidad que, durante el año, debido a nuestros trabajos, no podíamos disfrutar.
Retomé el camino hacia la salida del edificio por aquel pasillo de baldosas blancas, rememorando el polvo que acababa de echar con el Profesor Martín. Se notaba que tenía experiencia por cómo había paseado sus manos por mi piel. Su lengua era experta en lamer y succionar. Era advertido de volver a humedecerme al figurarse en cómo entraba y salía de mi coño empapado. Necesitaba un algo de aire fresco después de aquella explosión. Casi con prisa llegué aun la puerta con grandes cristales que tenía la salida hacia los jardines de la universidad.
Si te dan la baza, no cojas el agalludo. A la hora. De gorronear un favor tenemos que deber claro qué es lo que necesitamos. Sobre todo cuando. Se prostitución de peticiones económicas, debemos anatomía concisos en cuanto el guión para el que necesitamos el dinero.
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