En la noche del corazón la gota de tu nombre lento en silencio circula y cae y rompe y desarrolla su agua. Algo quiere su leve daño y su estima infinita y corta, como el paso de un ser perdido de pronto oído. De pronto, de pronto escuchado y repartido en el corazón con triste insistencia y aumento como un sueño frío de otoño. Sus copas duras cubren tu alma derramada en la tierra fría con sus pobres chispas azules volando en la voz de la lluvia. Las furias y las penas Hay en mi corazón furias y penas Si hay alguien que traspasa una pared con círculos de fósforo y hiere el centro de unos dulces miembros y muerde cada hoja de un bosque dando gritos, tengo también tus ojos de sangrienta luciérnaga capaces de impregnar y atravesar rodillas y gargantas rodeadas de seda general. Adivinas los cuerpos! Oh conducida herida de flechas especiales!
He's a greedy man. He limps slightly on his right foot. She wore a dress with a train. I was standing in line for more than two hours.
La crítica vio en ella una novelística de valores positivos, pero, en general, la matizó de inclinación exagerada a lo morboso, a lo truculento. La copiosa teoría de crímenes del protagonista y el evidente impudor con que eran contados, escandalizó el sosiego de la vida literaria, y no escasearon, ni mucho menos, las exclamaciones de horror. Sin embargo, el éxito de la novela fue claro y animoso. Nació, con ella, el tremendismo, evidente comodín hecho sobre la anécdota de Pascual Duarte: los crímenes, el griterío, el chafarrinón sangriento. Pascual Duarte no es el criminal al borde de lo grotesco que puede deducirse de una lectura escuetamente informativa. Pascual Duarte inicia así, con esa firme explicación, la exposición entrecortada, premiosa a ratos, a ratos mesurada y desazonante a fuerza de claridad, la exposición -digo- de sus crímenes. En esos crímenes, en esos locos torbellinos de matanza y odio, se entremezclan las muertes de animales y de personas: la perra que le hace fiel acompañamiento, la yegua que le ha enfilado a su pasajera felicidad de recién casado, el hombre que explota vilmente a su hermana, su propia lecho Sin embargo No: no es él un asesino, un hombre cuyo evidente gozo sea la sangre ajena derramada.